PLATÓN. CONCEPTOS
MUNDO INTELIGIBLE
Para Platón existen dos mundos: el mundo sensible (M.S.) y el mundo inteligible (M.I.) o mundo de las Ideas. El M.I., que es la verdadera realidad está formado por Ideas, que son seres inmateriales, absolutos, inmutables y únicos: el Bien en sí, la Justicia en sí, el Hombre en sí, las entidades y proporciones matemáticas, etc. El M.S. fue creado por el Demiurgo, inteligencia ordenadora que dio forma a la materia basándose en las ideas del M.I. Las cosas de este M.S. están constituidas de materia, pero su esencia, lo que realmente son, es la Idea o Forma que imitan, de que participan. Las ideas del M.I. son la causa formal de las cosas que observamos en el M.S. De esta forma, el M.I. es el fundamento del mundo físico; el mundo físico puede ser ordenado e inteligible, entendible, porque fue hecho basándose en el M.I. Así, si nosotros queremos conocer el mundo verdadero, la esencia de las cosas, lo verdadero, lo permanente, tenemos que elevarnos hacia las Ideas mediante la razón, ya que los sentidos sólo nos ponen en contacto con las apariencias, lo cambiante y lo múltiple. El ser humano aspira a conocer el M.I., aunque su cuerpo pertenezca al mundo sensible, su racionalidad pertenece al M.I. En el M.I. encontramos también una serie de Ideas o esencias, necesarias para la conducta individual y colectiva: Justicia, Bondad, etc. Las Ideas no están desordenadas sino que forman un sistema jerarquizado en cuya cumbre se encuentra el Bien. Al matemático y, sobre todo, al filósofo, le corresponde subir dialécticamente hasta la contemplación de la idea suprema (Bien), conocimiento teórico que le permitirá un conocimiento práctico: normas para la ordenación moral y política.
DIALÉCTICA
Platón estableció una gradación de los tipos de conocimiento, desde los inferiores, relacionados con el conocimiento del Mundo Sensible, hasta los superiores, relacionados con el conocimiento del Mundo Inteligible. El conocimiento de grado inferior da lugar a la opinión, que no es seguro ni permanente, y el conocimiento de grado superior da lugar a la ciencia, que es seguro y permanente. El conocimiento de opinión se divide en dos tipos: imaginación, conocimiento de imágenes por relación con otras imágenes, y creencia, conocimiento de las cosas sensibles. El conocimiento científico se divide en dos tipos: el pensamiento (Matemáticas) e inteligencia, cuyo objeto supremo es el Bien en sí. Pues bien: la Dialéctica sería el método del que se sirve la inteligencia para el conocimiento de las Ideas o esencias. Los filósofos deben entrenarse para llegar a dominar el método dialéctico; para ello deben empezar dominando Matemáticas y Música. Platón entiende la Dialéctica de dos formas diferentes: a) como método de ascenso, desde lo sensible a lo inteligible, valiéndose del análisis (división) y de la síntesis (composición) pasaremos de la multiplicidad a la unidad, demostrando a ésta como fundamento de aquélla. Por ejemplo: para conocer la Belleza en sí, la esencia de la Belleza empezaremos analizando diversas manifestaciones de la Belleza (la Belleza de una flor, la Belleza de los cuerpos (externa), la Belleza de las almas (interna), la Belleza de las almas virtuosas); así nos iremos elevando hasta alcanzar la BELLEZA EN SÍ. Y b) como método de deducción racional, permitiendo diferenciar las Ideas en sí y la relación entre ellas, ya que las Ideas están organizadas jerárquicamente, dominadas por la Idea suprema de Bien.
REMINISCENCIA
Platón llamaba reminiscencia al recuerdo que tiene el hombre en esta vida de la vida anterior en que contemplaba de un modo inmediato y directo las Ideas. La reminiscencia es lo que explica que el ser humano pueda ascender al Mundo inteligible (M.I.) partiendo del Mundo Sensible (M.S.), ya que el M.S. hace surgir en él el recuerdo de la Ideas, ya que este M.S. imita o participa del M.I. Así, la reminiscencia es la fuente del conocimiento verdadero. La reminiscencia es, además, una de las principales pruebas de la inmortalidad del alma. ¿Por qué el ser humano se empeña en buscar la esencia detrás de las apariencias, la unidad tras la multiplicidad? Porque ya ha estado en contacto con las Ideas o esencias en otra dimensión. Se trata de un concepto central en el sistema platónico. Los estudiosos de la obra de Platón se han preguntado si la reminiscencia es en Platón una metáfora o un concepto real dentro de su forma de ver al ser humano. Para los estudiosos que ven en Platón, sobre todo, un teórico del conocimiento, la reminiscencia podría significar que la persona cuando nace ya tiene una serie de ideas innatas, formas de pensamiento innatas, que le permiten interpretar la realidad. Para los estudiosos que ven en Platón, sobre todo, un Metafísico, la reminiscencia es un mito proveniente de religiones anteriores. No obstante, todos tienen que convenir que la reminiscencia es en Platón un principio activo del pensamiento, aquello que hace que el pensamiento despierte del “sueño” en el cual se halla sumido cuando vive entregado a las cosas y a la acción y se olvida de la contemplación y del ser verdadero.
BIEN
Si la teoría de los dos mundos es el eje central del sistema platónico, el Bien es el concepto clave. El mundo verdadero, el Mundo inteligible (M.I.), está formado por las Ideas, esencias permanentes, únicas. Pero estas ideas no están separadas unas de otras, independientes; si fuera así, acceder al M.I. sería acceder a cada una de las Ideas por separado. Muy al contrario, las Ideas están organizadas, relacionadas entre sí formando un sistema teleológicamente gobernado por la Idea suprema: el Bien en sí. El Bien orienta cada esencia hacia el conjunto. Lo que en el Mundo Sensible (M.S.), físico, observamos de armonía y orden, se debe a que la multiplicidad de seres forman también un conjunto gobernado por una participación del Bien en sí, imitando así al M.I. En el M.S., la luz del Sol es la que posibilita que las cosas sean visibles; en el M.I., el Bien es lo que posibilita que las Ideas sean inteligibles, entendibles. Pero el principal objetivo de esta teoría se encuentra en la Ética y la Política. El ser humano individual tiene que lograr la armonía entre las distintas funciones de su alma (Ética) y la sociedad tiene también que lograr la armonía entre los múltiples individuos que la componen (Política). Por tanto, es necesario ascender al conocimiento de las esencias y al conocimiento de cómo el Bien rige el conjunto, para después materializar el Bien en el individuo y en la sociedad.
OPINIÓN
Platón estableció una gradación de los distintos tipos de conocimiento, desde los inferiores relacionados con el conocimiento del mundo sensible, hasta los superiores, relacionados con el conocimiento del M.I. El conocimiento de grado superior da lugar a la ciencia, que es seguro y permanente. El conocimiento de grado inferior da lugar a la opinión, que no es un conocimiento seguro por ser cambiante. La ciencia se encarga del conocimiento de las esencias permanentes y la opinión se encarga del conocimiento de las apariencias cambiantes. Dentro de la opinión Platón distingue entre dos grados: la imaginación, que es el más inferior, y la creencia. La imaginación sería el conocimiento del mundo de las imágenes y las sombras. Las imágenes son aquellas que se forman por reflejo de las cosas, por ejemplo, en el agua; las sombras serían imágenes mentales confusas. El grado de la creencia se encarga del conocimiento de las cosas sensibles y pensamos que aquí situaría a todos los filósofos de la naturaleza, con sus variadas teorías acerca del mundo sensible; también pertenecería al grado de la creencia el conocimiento aplicado a la producción de las cosas, el conocimiento de los artesanos. El hecho de que Platón considere inferior al conocimiento de las cosas sensibles demuestra su idealismo con respecto a la teoría del conocimiento, porque minusvalora los sentidos como instrumento de conocimiento. Defiende que para conocer la esencia la razón se basta a sí misma, sirviendo los datos de los sentidos no más que para suscitar el recuerdo de la esencia. Con este idealismo se sitúa Platón en una línea de pensamiento que nace con Parménides y sigue en Pitágoras.
REY FILÓSOFO
Para Platón cada persona debe ocupar su puesto en la sociedad según el tipo de alma que posea y la virtud que predomine en ella. Distingue tres clases: los productores, cuya virtud principal es la templanza, los guerreros guardianes, cuya virtud principal es la fortaleza y el valor, y los gobernantes, cuya virtud principal es la prudencia. Los gobernantes deben surgir de entre los guerreros, los cuales viven en comunidad, sin propiedad privada, para no tener apego hacia las cosas materiales, y reciben una buena educación, sobre todo Matemáticas, Música y Gimnasia. Los mejores entre estos guerreros accederán a partir de cierta edad al estudio de la Dialéctica, hasta alcanzar el conocimiento del Bien en sí. Así, el encargado de ordenar la sociedad tendría que ser aquel amigo de la sabiduría, dotado de gran memoria, profundidad de pensamiento, amabilidad; tendría que ser aquel amigo de la verdad, la justicia, la fortaleza y la templanza. Considera Platón que en su época, a las personas de este tipo no se les permite gobernar porque los que tienen el poder político no son amantes de la sabiduría sino amantes de las riquezas y la fama; cuando ven a alguien que presenta buenas características intelectuales lo corrompen haciendo que se ponga al servicio de sus intereses particulares. En contra de esta situación, plantea Platón que para lograr una sociedad justa, una política ideal, habría que aprovechar a estas personas y orientarlas hacia el conocimiento del Bien en sí, para que después este Bien sea el que gobierne también en los asuntos humanos.
ARISTÓTELES. CONCEPTOS
Naturaleza. La naturaleza es para Aristóteles un “principio que rige el movimiento de la cosa en que ella reside, inmediatamente, por esencia y no por accidente”. Efectivamente, el ser que tiene naturaleza, es decir: el ser natural, tiene dentro de sí algo que le hace cambiar como cambia y comportarse como se comporta. Los seres artificiales no tienen su principio de desarrollo dentro de sí; así, el principio de desarrollo de una mesa de madera está en el carpintero; las mesas no se hacen a sí mismas. No está en la naturaleza de la madera convertirse en mesa. Convertirse en mesa es un accidente que sufre la madera; no forma parte de la esencia de la madera convertirse en mesa. Ahora bien, sí está en la naturaleza de la semilla convertirse en planta. Convertirse en planta es algo que pertenece a la esencia de la semilla.
Aristóteles, por su parte, estaba firmemente convencido de que todos los seres naturales tienden a alcanzar la perfección que les es propia: así, por ejemplo, un embrión realiza un proceso complejo de operaciones vitales (nutrición, desarrollo) encaminadas a conseguir la forma y perfección características del adulto de su especie. Esta convicción fundamental de que los seres naturales tienden a alcanzar su propio estado de perfección surgió y fue elaborado por Aristóteles bajo la influencia de sus estudios biológicos. Aristóteles se dedicó ampliamente a la biología y no cabe dudar de que los procesos biológicos son los más difíciles de interpretar de un modo puramente mecanicista. En efecto, los procesos biológicos parecen presididos por un plan, por una finalidad interna que los orienta y dirige. El modelo aristotélico de la naturaleza –basado en la biología- es, pues, un modelo teleológico.
Causa. Aristóteles considera causas a todos los factores que son necesarios para explicar un proceso o movimiento. Ningún proceso quedaría explicado a no ser que se especificara el sustrato o materia afectada, la forma que ésta adquiere en el proceso, el agente que lo produce y el fin a que tal proceso se dirige. Aristóteles distingue, por tanto, cuatro causas: dos intrínsecas (causa material y causa formal) y dos extrínsecas (causa eficiente y final). Tomando como ejemplo una estatua de mármol: la causa material es el mármol, la causa formal es la figura humana, la causa eficiente es el escultor y la final es decorar una plaza. Puesto que en la generación de las sustancias naturales la materia última adquiere una forma determinada, aquéllas son siempre compuestos de materia y forma (hilemorfismo).
La forma es la esencia (lo que cada sustancia es, lo que hace que la materia, indeterminada de suyo, sea precisamente esta sustancia y no cualquier otra) y es también la naturaleza de las sustancias, es decir, aquello que determina sus actividades específicas y propias.
En los procesos naturales la causa eficiente, la forma y el fin coinciden, son la misma causa. Tomemos el caso típico de la generación de los vivientes. El ser vivo lleva implícito en su forma la finalidad de crear otros seres semejantes a él. El ser vivo (causa eficiente) tiene en su naturaleza (causa formal) la finalidad (causa final) de crear seres con la misma forma que él. Así se perpetúa la especie. En los procesos naturales, por tanto, el fin no es otro que la actualización de las formas en las sustancias. Con ello se muestra con claridad que el modelo aristotélico es teleológico y que esta teleología es inmanente.
Substancia. Aristóteles distingue entre cambio accidental y substancial. En todo cambio hay algo que permanece, algo que desaparece y algo que aparece. En el cambio accidental desaparecen aspectos de los seres y aparecen otros aspectos, permaneciendo el ser que sufre el cambio; eso que está bajo los cambios, el soporte de los cambios accidentales sería la substancia. Cambian los accidentes, apareciendo unos y desapareciendo otros, y permanece la substancia. En el cambio substancial, desaparece la substancia generándose otra nueva y permanece lo que Aristóteles denomina materia primera. Esta materia es, de suyo, indeterminada: no es (en acto) ningún ser en particular, y puede ser (es en potencia) cualquier sustancia natural. La materia es, pues, potencia. En el cambio sustancial la materia primera se actualiza adquiriendo formas distintas, y según la forma que adquiera en cada caso, se generarán distintas especies de sustancias.
Aristóteles distingue dos tipos de sustancias: sustancias primeras (los individuos concretos) y sustancias segundas (género y especie). En sentido estricto, sólo los individuos concretos deben ser considerados sustancias. Pero puesto que las especies y los géneros son también algo real, no meros conceptos, también deben ser consideradas substancias, aunque no existen separadas de la sustancia primera (de los individuos), sino en ella (en los individuos concretos). La substancia primera es un compuesto de materia y forma (teoría hilemórfica). La forma es la esencia de la cosa, la sustancia segunda, la especie y es eterna. La materia es, en el caso del hombre, carne, huesos y sangre; en el caso de una estatua, bronce o madera. A este tipo de materia le llama Aristóteles materia próxima, perceptible por los sentidos.
Potencia-acto. Los conceptos potencia-acto están relacionados con la explicación aristotélica del movimiento. Hay dos maneras de no ser algo: un no-ser absoluto (ni se es ni se puede ser) y un no-ser relativo (no se es, pero se puede llegar a ser). Y como, según la terminología de Aristóteles, lo que no es, pero puede ser, se halla en potencia (la semilla es árbol en potencia) y aquello que es actualmente se halla en acto (el árbol es árbol en acto, actualmente), Aristóteles explica y define el movimiento como paso de la potencia al acto.
Aristóteles distingue dos tipos de cambio: cambio substancial (generación y destrucción de la substancia) y cambio accidental (cualitativo, cuantitativo y local). En todo cambio hay algo que aparece, algo que desaparece y algo que permanece. En el cambio accidental aparecen y desaparecen caracteres accidentales, no esenciales, y permanece la substancia. En el cambio substancial aparecen y desaparecen substancias, permaneciendo la materia primera que no es en acto ningún ser en particular pero puede ser (es en potencia) cualquier sustancia natural.
Materia-forma y potencia-acto son pares de conceptos muy relacionados. Así, la materia siempre está en potencia de una determinada forma, no existe la materia indiferente a la forma: o ya tiene una forma en acto o está persiguiendo una forma concreta.
Aristóteles afirma la primacía del acto sobre la potencia y de la forma sobre la materia, yendo más allá del ámbito de la física (estudio de seres con movimiento) y entrando así en el ámbito de la metafísica (estudio de seres sin movimiento: dios). Aristóteles afirma que existe acto sin potencia, un ser totalmente actualizado, realizado; un ser que es pura forma sin materia; ese ser sería dios: primer motor que mueve sin ser movido.
Felicidad. Toda acción persigue un fin y cuando se alcanza obtenemos un bien. Existen muchos fines y muchos bienes ¿Existe un bien supremo? La felicidad es, para Aristóteles, el bien supremo, perfecto y suficiente. ¿Qué es la felicidad? Cada ser es feliz realizando la actividad que le es propia y natural (teleología). Puesto que todo ser natural tiende a realizar determinadas actividades, realizándolas alcanzará la perfección y la felicidad. El ser humano tiene funciones en común con seres de alma vegetativa (nutrición y reproducción) y con seres de alma sensitiva (locomoción, sensación, apetito). Pero la actividad más propia del ser humano es la actividad intelectual. Por tanto, la forma más perfecta de felicidad ha de ser la actividad de comprender la realidad y vivir acorde a la razón.
Aristóteles distingue entre las virtudes intelectuales, que perfeccionan el conocimiento, y las morales, que perfeccionan el carácter. Entre las virtudes intelectuales Aristóteles da mucha importancia a la prudencia, que implica saber qué es lo correcto en la vida práctica. Las virtudes morales son “hábitos” para elegir en cada caso lo más conveniente. Ahora bien, lo conveniente consiste siempre en un término medio entre actitudes extremas; de ahí la importancia de la prudencia: es ella la que determina dónde se halla el término medio razonable para cada caso particular. Así, por ejemplo, ser valiente es algo intermedio entre ser temerario y ser cobarde.
Junto a la prudencia, Aristóteles concede un lugar destacado a la justicia. La justicia es la virtud integral del hombre que posee todas las virtudes. Esta justicia general consiste en el cumplimiento de las leyes. En efecto, el conjunto de las leyes determina prudentemente los modos virtuosos de comportarse.
Alma. Aristóteles considera que el alma es principio de la vida, principio vital. Es lógico que así sea, dada su dedicación a la biología. El alma es la forma del cuerpo (que es materia) y es el acto, la actualización de un organismo: un organismo posee potencialmente vida, es viviente en potencia; el alma actualiza esta potencialidad haciendo que el organismo viva. El alma es “acto primero de un cuerpo natural organizado”.
En la medida en que el alma es actualización y forma de un cuerpo potencialmente vivo, la unión del alma y el cuerpo se explica sin especiales dificultades: alma (forma) y cuerpo (materia) constituyen juntos una única sustancia: el viviente. Esta teoría hilemórfica implica la negación de la inmortalidad del alma individual: no existe forma sin materia (solo Dios), alma sin cuerpo. Ahora bien, Aristóteles admite en el hombre la existencia de un entendimiento incorruptible, inmortal. A este entendimiento inmortal a veces lo denomina “alma”, aunque se cuida de señalar que se trata de “otro género de alma”, no la individual (forma de un cuerpo).
En la medida en que el alma es la forma de un ser vivo, el alma será por tanto naturaleza del ser vivo. Por tanto, el principio interno de movimiento de un ser vivo es su alma. En la medida en que hay distintos tipos de seres vivos, distintos tipos de alma, cada uno con sus funciones: alma vegetativa (vegetales: funciones nutritiva y reproductiva), alma sensitiva (animales: funciones nutritiva y reproductiva más sensación, locomoción y apetito) y alma humana: alma racional (humanos: funciones vegetativas más funciones sensitivas más las funciones de voluntad e inteligencia). Concepción teleológica: cada tipo de ser vivo tendrá la finalidad de realizar satisfactoriamente las funciones de su alma, actualizar su potencialidad.
KANT. CONCEPTOS
ILUSIÓN TRASCENDENTAL
La razón es la más general de las tres facultades de la inteligencia humana: por encima de la sensibilidad y entendimiento tenemos la razón. La razón no conoce, lo que hace es organizar siempre nuevamente los materiales del entendimiento buscando síntesis cada vez más amplias. Así, la razón genera tres Ideas donde todo queda sintetizado: ALMA (toda nuestra experiencia interna), MUNDO (toda nuestra experiencia externa) y DIOS (unión de las otras dos). No podemos conocer estas tres Ideas, aunque no podemos evitar preguntarnos acerca de ellas, acerca de la inmortalidad, la libertad, si el mundo es infinito, si tuvo un comienzo, si existe dios. No podemos alcanzar respuestas científicas sobre estas cuestiones, pero no podemos evitarlas: esto es la ilusión trascendental. Somos seres de ilusión que nos empeñamos en preguntarnos por lo que está más allá de lo que sentimos, por lo que está más allá de nuestro espacio-tiempo. Aunque las Ideas de la razón no puedan ser conocidas científicamente, sí deben ejercer una función a nivel de la razón práctica, de la acción moral. No se puede demostrar, pero es necesario postular que somos libres (que podemos ser causa de nosotros mismos y no meras consecuencias de las circunstancias), que somos inmortales (de tal forma que tengamos tiempo de ser cada vez más racionales y virtuosos) y que Dios existe (de tal forma que garantice que ser racionales y virtuosos nos llevará a la felicidad). Se trataría de una fe racional que nos ayudará a mejorar como personas. Por otro lado, las Ideas de la razón tienen, además, un uso regulativo: nos señalan los límites del conocimiento y nos empujan a organizar cada vez mejor los conceptos de nuestro entendimiento.
IMPERATIVO
Para Kant, las morales anteriores a él (como la de Aristóteles que dice que el fin humano es la felicidad, la de Hume que defiende que debemos guiarnos por nuestras emociones, etc.) son morales materiales porque nos dicen lo que hay que conseguir en la vida y qué medios hemos de usar para conseguirlo. El problema de estos sistemas morales es que no pueden darnos una orden, una norma que nos sirva para aplicar en toda situación, de tal forma que siempre tendremos que tener en cuenta las circunstancias. Así las morales materiales solo dan lugar, según Kant, a imperativos hipotéticos.
Kant plantea, en contra de las morales materiales, una moral formal, que no nos dice lo que debemos conseguir y cómo conseguirlo, sino que, simplemente, nos da un mandato que nos indica el procedimiento que hemos de aplicar para tomar nuestras decisiones morales. Ese mandato es el imperativo categórico, que tiene varias formulaciones que vienen a decir más o menos lo siguiente:
- Actúa de tal manera que puedas querer que la norma de tu conducta se convierta al mismo tiempo en ley universal.
- Actúa de tal manera que uses a cada persona como un fin en sí mismo y no como un mero medio.
- Actúa de tal manera que tu voluntad se pueda considerar a sí misma como la que marca las leyes para todo el mundo, como legisladora universal.
Este imperativo es formal, porque no tiene en cuenta las circunstancias concretas de la acción; es categórico, porque no hay excepción, se aplica en toda situación; y a priori, porque es elaborado por la pura razón.
LIBERTAD
En su análisis del proceso de conocimiento, Kant demostró que no podemos alcanzar conocimiento científico de las Ideas de la razón: Alma, Dios y Mundo. Sin embargo, aunque Alma, Dios y Mundo no puedan ser conocidos por la razón teórica sí han de ser tenidos muy en cuenta por la razón práctica. La razón práctica ha de tener una serie de principios aunque no se puedan demostrar científicamente; así, la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios, son, según Kant, postulados de la razón práctica. El término “postulado” ha de entenderse como algo que no es demostrable, pero que es supuesto necesariamente como condición de la moral misma. En efecto, la exigencia moral de obrar por respeto al deber supone la libertad, la posibilidad de obrar por respeto al deber venciendo las inclinaciones contrarias. En la naturaleza, en el mundo fenoménico, todo hecho tiene una causa que le precede y determina; las cosas suceden dentro de series de causas y efectos. El hombre pertenece a este mundo natural y por lo tanto también está sometido a estas causas que le determinan. Pero el hombre, en la medida es que pertenece también al ámbito de lo inteligible, al ámbito de lo puramente racional , puede iniciar de forma espontanea y sin que nada anterior lo condicione, un serie de hechos. Así afirma Kant que naturaleza y causalidad por libertad no son incompatibles.
GIRO COPERNICANO
En Astronomía Copérnico dijo que el sol es el centro y la tierra gira alrededor; en Teoría del Conocimiento, Kant defendió que el sujeto que conoce es el centro y el objeto que se va a conocer “gira alrededor”. El sujeto que conoce es el centro porque el objeto será sentido desde sus instrumentos para sentir; y porque la información recogida será organizada mediante las herramientas de su entendimiento. El hecho de que nuestra mente sea el centro, explicaría la capacidad que tiene la ciencia para construir juicios que nos dicen cosas sobre el mundo (sintéticos) antes de que veamos estas cosas en la experiencia (a priori).
En la primera parte de su obra “Crítica de la Razón Pura”, Estética Trascendental, estudia la sensibilidad. Aquí demuestra que cuando sentimos el objeto, el tiempo y el espacio lo aporta el sujeto (a priori); como el espacio y el tiempo son formas que aportamos nosotros, y como las Matemáticas se encargan del espacio (Geometría) y el Tiempo (Aritmética), las Matemáticas pueden elaborar, pues, juicios sobre los objetos antes de que se den en la experiencia. En la segunda parte, Analítica Trascendental, Kant estudia el entendimiento. Aquí demuestra que nosotros organizamos el material de la sensibilidad con unos conceptos puros (categorías), anteriores a la experiencia, construyendo con estos conceptos puros conceptos empíricos y combinándolos construyendo juicios. Así, nosotros elaboramos el mundo para nosotros, el fenómeno. Como la Física se encarga del estudio del mundo, y como el mundo es construido desde nuestras categorías innatas, la Física puede elaborar juicios sintéticos a priori. En la tercera parte, Dialéctica Trascendental, Kant estudia la razón. Esta facultad se encarga de sintetizar toda nuestra experiencia en tres grandes Ideas universalísimas: Mundo (totalidad de nuestra experiencia externa), Alma (totalidad de nuestra experiencia interna) y Dios (síntesis de Mundo y Alma). No obstante, estas tres Ideas de la razón son enteramente a priori y, por lo tanto, no puede haber conocimiento científico sobre ellas: la Metafísica no puede ser ciencia. El sujeto para conocer tiene que relacionarse con el objeto; la sensación sin el concepto es ciega, pero el concepto sin la sensación está vacío.
LA FILOSOFÍA MARXISTA. CONCEPTOS
VALOR
Definimos valor de uso de una cosa como su capacidad de satisfacer un deseo humano. Por ejemplo, el valor de uso del agua es apagar la sed y extinguir el fuego. Una cosa se convierte en mercancía cuando es intercambiada por otra: una cosa con un valor de uso se intercambia por otra con otro valor de uso, convirtiéndose así dicha cosa en mercancía. Si planto papas para comérmelas yo, esas papas no serán mercancía; si vendo las papas para obtener dinero y con ese dinero comprar aceite y pan, las papas se habrán convertido en mercancía. Cuando una cosa con valor de uso se convierte en mercancía adquiere una propiedad llamada valor de cambio. Este valor de cambio de una mercancía es su capacidad de ser intercambiada por cantidades de otras mercancías. Así, el valor de cambio de 1 kilo de papas podría ser medio litro de leche, o un cuarto litro de aceite o cinco litros de agua. El valor de cambio de una mercancía varía en función de la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla. Cuanto más tiempo de trabajo socialmente necesario se emplee en la fabricación de una cosa tanto mayor será su valor de cambio.
TRABAJO. El trabajo es la actividad por la que el hombre transforma la realidad para satisfacer sus necesidades físicas y espirituales. La historia humana no es más que el desarrollo de la capacidad humana de mejorar su situación, sobreviviendo y reproduciéndose, imponiéndose a la naturaleza. El trabajo, la transformación de la realidad para producir, es lo que ha hecho a la humanidad, es su característica esencial. Además, en torno al trabajo, en torno a la producción de los medios de vida, se han ido tejiendo las relaciones sociales, la organización social de la humanidad hasta llegar a una división del trabajo a nivel mundial.
Cuando el ser humano fue capaz de trabajar y producir más cantidad de productos de los necesarios para su supervivencia, cuando fue capaz de generar excedente, apareció la sociedad de clases: una clase para trabajar y otra clase que se reparte el excedente. En la etapa en la que el ser humano se dedicó a lo que hacen otros animales: cazar y recoger frutos, no tenía sentido, era imposible, esclavizar a otras personas, porque el trabajo no daba sino para mantenerse; si una tribu cogía prisioneros, por ejemplo, no tenía sentido ponerlos a cazar y a recoger frutos porque había que darle parte de la caza y parte de la fruta, siempre escasa. Ahora bien: cuando aparece la agricultura y la ganadería el trabajo de una persona da para alimentarla a ella y sobra; la clase rica pone a trabajar para sí a la clase pobre, le da a la clase trabajadora lo socialmente necesario para que sobreviva y se reproduzca y se queda con el resto, con el excedente.
El trabajo es la actividad donde el ser humano se desarrolla y perfecciona (más exactamente, donde se debería desarrollar y perfeccionar; de ahí que el trabajo no sea un mero medio para la producción de mercancías sino un fin en sí mismo y que pueda ser buscado por sí mismo y gozado. Dada esta comprensión de la naturaleza humana como la de un ser que sólo puede encontrar su perfección en el trabajo, no es extraño que el tema central de la filosofía marxista sea la transformación del trabajo sin sentido, enajenado, del trabajo como un mero medio, en un trabajo enriquecedor, en un trabajo libre.
PLUSVALÍA. La fuerza de trabajo tiene un valor de cambio (el sueldo que recibe el trabajador) y un valor de uso (su valor para producir otras mercancías). A su vez, estas mercancías creadas por dicho trabajo tienen, claro está, valor de uso y valor de cambio; pero el valor de cambio que éstas tienen siempre es superior al valor de cambio que tiene la fuerza productiva que las ha creado, el salario. Veámoslo con un ejemplo: un albañil trabaja haciendo una casa; su fuerza de trabajo tiene un valor de cambio (el sueldo) y un valor de uso (esa fuerza de trabajo se usa para hacer la casa). La mercancía creada por el albañil (la casa) tiene un valor de uso (se usa para vivir, por ejemplo) y un valor de cambio (el precio de la casa). Pues bien: el valor de cambio de la casa siempre es superior al valor de cambio de las mercancías empleadas para producir dicha casa: el sueldo y el valor de las materias primas y maquinarias empleadas. A la diferencia entre el valor de cambio del dinero desembolsado por el capitalista y el valor de cambio de lo que se ha producido (la casa) es lo que se denomina plusvalía. La plusvalía es el beneficio del capitalista. El capitalista ha tenido que desembolsar un capital constante (para pagar las materias primas –cemento, bloques, hierro…- y maquinaria) y un capital variable (los sueldos de los trabajadores). El valor de cambio de la mercancía producida siempre será mayor que la suma de capital constante y capital variable: esto es la plusvalía. Esto es posible porque el capitalista no paga al obrero el equivalente al valor de cambio de su trabajo; la plusvalía es, simple y llanamente, trabajo no pagado, trabajo robado.
CAPITAL. El capital surge cuando se somete el valor de uso al valor de cambio: todo se convierte en mercancía. El capital es valor de cambio que se autovaloriza, dinero que se pone en circulación para obtener más dinero, para obtener plusvalía. El dinero funciona como capital en los siguientes casos:
- El dinero prestado a interés es capital: D (t) -----D´ (t + n). El capitalista no tiene por qué emplear dinero por definición. Puede prestar 10 vacas esperando recibir 15 al cabo de 5 años.
- El capital industrial. El capitalista intercambia su dinero (D) por unas mercancías (M), (Fuerza de Trabajo y materias primas, maquinaria, energía (es decir: Medios de Producción) con vistas a combinarlos en un proceso productivo (P), dando como resultado una mercancía (M´) que vendida en el mercado le dará una cantidad de dinero superior a D: D´. Esquemáticamente:
D------M (FT-MP)------producción------M´-----mercado------D´
La sociedad es considerada como capitalista cuando su producción se realiza predominantemente dentro del ciclo del capital industrial y existe una clase de personas, distinta de la clase de los trabajadores, que alquila fuerza de trabajo.
INFRAESTRUCTURA-SUPERESTRUCTURA. Los seres humanos, en la producción social de su existencia, entran a formar parte de unas relaciones de producción. Estas relaciones de producción corresponden a un determinado grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Así, por ejemplo, el sistema de relaciones de producción actual no sería posible si las fuerzas productivas no se hubiesen desarrollado hasta alcanzar el grado actual. Fuerzas productivas y relaciones de producción conforman una unidad y lucha de elementos contrarios, unidad y lucha que explica el desarrollo de la sociedad y el cambio de una sociedad a otra. Las fuerzas productivas pueden desarrollarse hasta un punto (por nuevos descubrimiento científicos, por inventos técnicos, por aumento de la población) que hacen necesario un cambio en las relaciones de producción, porque estas relaciones pueden estar frenando del desarrollo de las fuerzas productivas. Esto es la dialéctica aplicada a la forma de entender la sociedad.
Las fuerzas productivas y las relaciones de producción forman la infraestructura de una sociedad; la infraestructura es la cantidad de población, la tecnología, los conocimientos, las materias primas…además de las relaciones entre los seres humanos a la hora de poner en marcha todo esto para producir y reproducir la vida. Sobre esta infraestructura económica se levanta la superestructura ideológica de la sociedad: la política, la ideología, la cultura. Es decir: las ideas de una sociedad en un momento concreto son reflejo, directo o indirecto, de la infraestructura económica en ese momento. Esto es el materialismo aplicado a la forma de entender la sociedad.
Un elemento esencial de la superestructura es la ideología. La ideología es un sistema de representaciones del mundo (filosofía, arte, religión, derecho, moral) que utiliza la clase dominante para justificar su posición privilegiada frente a las clases oprimidas. Una de las tareas fundamentales de la filosofía será la de desenmascarar dicha ideología como ideología al servicio de los intereses de una determinada clase social.
La historia de la humanidad no es más que la sucesión de distintos modos de producción: esclavismo, feudalismo y capitalismo. El capitalismo ha desarrollado hasta tal punto las fuerzas productivas de la sociedad que las relaciones de producción capitalistas ya le quedan estrechas; es decir: las relaciones de producción capitalistas están frenando, ahogando, el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, haciéndose necesaria una revolución que haga posible el desarrollo de las fuerzas productivas creadas. El capitalismo dará lugar, necesariamente, a otro modo de producción: el comunismo.
ALIENACIÓN. También llamada enajenación o extrañamiento. Un sujeto está alienado cuando no se posee a sí mismo, cuando la actividad que realiza le anula, le hace salir de sí mismo y convertirse en otra cosa distinta a la que él mismo propiamente es. En una sociedad de clases, una sociedad de ricos y pobres, la clase trabajadora vive alienada, fuera de sí. Esto se produce porque los trabajadores no son los dueños de los medios que utilizan para producir ni del producto de su trabajo. Así, el trabajador cuando está realizando la actividad que le distingue de los animales, cuando produce, se siente desdichado e infeliz; no es más que una pieza de una maquinaria que le es ajena; desea que ese tiempo de trabajo pase rápido; y se siente en sí mismo cuando realiza actividades que tiene en común con otros animales: descansar, alimentarse, asearse.
La alienación principal es la alienación económica, porque de ella dependen las demás: la alienación religiosa, política e intelectual. Podemos entender toda la propuesta filosófica de Marx como el intento de crear una filosofía que permita comprender las causas de la alienación. La religión es una forma de alienación porque es una invención humana que consuela al hombre de los sufrimientos en este mundo, disminuye la capacidad revolucionaria para transformar la auténtica causa del sufrimiento (que hay que situar en la explotación económica de una clase social por otra) y justifica dichos sufrimientos.
(C. López. Departamento de Filosofía. IES Las Veredillas. Santa Cruz de Tenerife)