Casi todas las introducciones a la filosofía(al menos las escritas en inglés) son en realidad introducciones a la filosofía occidental. Hace un siglo, gente como Bertrand Russell solía poner este hecho de relieve en el título, y su muy leída Historia de la Filosofía occidental no pretende ir más allá de Occidente. Pero hoy en día, los filósofos no se dan cuenta de que existe alguna diferencia entre la filosofía oriental y la occidental, o no se molestan en reconocerla. Para ellos, la filosofía occidental es toda la filosofía. Pero ¡esto no tiene que ser así! Podemos conseguir una comprensión más profunda si incorporamos las otras tradiciones como las de India, China…
Aquí no se trata de llegar a toda la filosofía oriental, sólo de mostrar algo de esta filosofía.
- 1.El Tao.
La filosofía occidental comenzó con la división de Descartes del mundo en dos partes: la mente y la materia. Sin embargo, las filosofías orientales consideran el pensar y el actuar como dos aspectos de una misma actividad, como dos caras de una misma moneda. La filosofía china, en particular, dice que la realidad última (tai chi) es una combinación de la mente (lí) y la materia (chí). El objetivo, tanto para el filósofo como para todos los demás, es alinearse con el tao. (A menudo se traduce tao como “camino”). Pero, ¿qué es el tao?
Lao Tse escribió en el cuarto capítulo del Tao Te Ching que el tao está vacío:
“… como un bol, puede usarse, pero nunca se vacía, no tiene fondo, el antepasado de todas las cosas, que embota la agudeza, que desata los nudos, que suaviza la luz, se convierte en uno con el polvoriento mundo, y existe para siempre, profundo y tranquilo”.
- 2.El Tao Te Ching.
La historia cuenta que un día Lao Tse no estaba contento en China y decidió abandonarla para viajar por el mundo. Para su desgracia un guardia lo reconoció en la g frontera como “el gran sabio” y se negó a dejarlo pasar a menos que antes escribiese toda su sabiduría en un pergamino.
A pesar de ser tan sabio, o precisamente por serlo, Lao Tse logró hacerlo en sólo unas pocas semanas. El resultado fue un pequeño volumen de un poco más de cinco mil caracteres chinos. Es la obra clásica de la filosofía china. En su corazón, por ejemplo, una de las reflexiones filosóficas de Lao Tzu dice así:
“Antes de que existiese el mundo
Estaba el misterio:
silencioso, sin fondo,
solitario, inmutable.
En todas partes y siempre en movimiento,
la madre del mundo.
No conozco su nombre, por lo que lo llamo tao;
no conozco su límite, por lo que lo llamo infinito.”
En cualquier caso, después de entregar el texto completo al guardia, Lao Tse se montó de nuevo en su toro y fue hacia el oeste. Las imágenes del sabio montado en su toro siguen siendo muy populares en China.
Este texto hoy se conoce como Tao Te Ching ( el clásico Libro del camino y de la virtud).Las copias más antiguas del manuscrito datan del siglo II a.C. Como esto es unos siglos más tarde de cuando vivió Lao Tse, algunos expertos occidentales dudan de que Lao Tse realmente existiese (aunque nadie discute la existencia de Sócrates ¡y no nos ha dejado ni un solo registro escrito!) . Mientras tanto, en el otro extremo, seguidores devotos de las enseñanzas de Lao Tse consideran que el texto tiene un origen divino y veneran a su autor, no sólo como un profeta, sino como un ser inmortal. Pero para los que desean situarlo únicamente allí nos permiten las pruebas históricas (como hacemos con Platón, por ejemplo): Lao Tse nació en el siglo VI a. C. en Juren, en el estado de Chu, y fue el autor original del Tao Te Ching.
Pero independientemente de quién lo escribiese, el Tao Te Ching es un conjunto de grandes ideas. Una de ellas es la noción del yin y el yang. Éstos son dos aspectos de todo lo que existe en la realidad. El yin, el aspecto femenino, es oscuro, suave y flexible. El yang, el aspecto masculino, es brillante, duro e inflexible. Todo el mundo se compone de los dos elementos, y todo fluye, cambiando para ser más yin o más yang.
El hombre al nacer s blando y flexible,
y al morir queda duro y rígido.
Las plantas al nacer son tiernas y flexibles
y al morir quedan duras y secas.
Lo duro y lo rígido
son propiedades de la muerte.
Lo blando y flexible
son propiedades de la vida.
Por esto, la fortaleza de las armas
es la causa de su derrota,
y el árbol robusto es derribado por las hachas.
Lo grande y poderoso caerá;
lo humilde y débil se levantará.
Esta idea de la naturaleza cíclica de la realidad volvió a aparecer en la antigua Grecia en la filosofía de Heráclito, que influyó en Platón.
- 3.El I Ching.
Otro mensaje del Tao Te Ching es que todo sigue unos patrones determinados, el “camino”. Los seres humanos también deben seguir el camino, y dejarse llevar por los tiempos y las influencias. Juzgar y ceder a los tiempos es también el tema del todavía más antiguo I Ching, o Libro de los cambios. I Ching se pronuncia a menudo como se lee, pero correctamente se pronuncia E Jing. Fue escrito por etapas y tiene su origen en las tradiciones de la adivinación. El I Ching incluye comentarios filosóficos escritos hace unos cinco mil años, lo que probablemente lo convierte en el libro más antiguo del mundo. ¿Qué hacían por aquel entonces los antiguos griegos? Los arqueólogos piensan que la agricultura justo acababa de llegar a las llanuras del norte de Europa (con las sierras de dientes de sílex tallados) y, a pesar de eso, ¡la mayoría de los libros dicen que los griegos fueron los primeros filósofos!
El I Ching es una guía para la acción, para sacar el mayor provecho posible de cada circunstancia. El gran psicólogo y filósofo del siglo XX C. G. Jung escribió que el I Ching “es un libro para los amantes de la sabiduría, y tenía razón. Pero es ante todo una guía práctica para la acción, consultada, en los últimos tres mil años, por todos los emperadores y sabios al principio, y más adelante también por los agricultores y generales. Porque, de hecho, parte de su filosofía es que 2el camino2 se aplica tanto a las cosas muy pequeñas como a las grandes.
Textos como el I Ching y el Tao te Ching contienen muchas de las ideas clave de la filosofía occidental, Aunque no se puede decir que una lleva a la otra, hay que destacar que los chinos fueron los primeros en escribir sobre estas cuestiones, y lo hicieron con una gran sofisticación. Puede ser que los europeos simplemente hayan preferido olvidar su deuda intelectual con el Este, del mismo modo que reescribieron la historia de la innovación tecnológica para inventar el liderazgo occidental.
Aunque a veces podamos tener la impresión de que no es así, los pensadores del este (especialmente los chinos9 fueron pioneros en el desarrollo de la astronomía, la medicina, la imprenta y las matemáticas, por lo que sería sorprendente que no hubieran producido también obras clave de la filosofía. La reciente eliminación de los filósofos chinos de la historia de la filosofía tiene más que ver con los prejuicios políticos y sociales de los que la han llevado a cabo que con razones intelectuales, y mucho menos filosóficas.
El I Ching es un libro único. Se compone de 64 extraños diagramas de seis líneas cada uno, llamados hexagramas. Cada línea es sólida o discontinua (partida en dos). Representan por lo tanto el yin y el yang. Crenado al azar los 64 hexagramas (lanzando monedas o palitos), por una maravillosa coincidencia( o por lo que el psicólogo Jung llamó “sincronicidad”) puedes situar tu pequeño ser y tus pequeñas preocupaciones en el amplio contexto del movimiento del universo.
Por supuesto, la interpretación es la clave. Y los hexagramas son inescrutables.
4. Confucio.
Aunque Lao Tse es poco conocido en Occidente, al menos los filósofos reconocen a su contemporáneo Confucio (551-479 a.C.) como un pensador importante. Confucio representó la esencia del antiguo sabio chino: un filósofo social, un educador y el protagonista de un texto muy influyente, los Analectas.
Confucio nació en Quhu, en el estado de Lu (parte de la actual provincia de Shandong) y murió a la edad de setenta y dos años. Se dice que de niño disfrutaba poniendo jarrones rituales en la mesa de sacrificio. Su primer trabajo fue como funcionario del pequeño estado de Lu, pero pronto llegó a la posición de ministro de Justicia, donde se ganó una reputación de imparcialidad, cortesía y de amante del aprendizaje.
Sin embargo, aproximadamente a la edad de 50 años, viendo que no había manera de mejorar el gobierno, dio por terminada su carrera política. Comenzó un viaje de 12 años alrededor de China, buscando el modo de mejorar las cosas y tratando infructuosamente de convencer a muchos gobernantes de sus creencias políticas para convertirlas en realidad.
Confucio volvió a su casa alrededor de los 70 años, y pasó el resto de su vida enseñando y editando los clásicos antiguos. Se convirtió en lo que los chinos llaman un “rey sin trono” que trataba de compartir sus experiencias con sus discípulos y de transmitir la sabiduría antigua a las generaciones venideras.
Confucio siempre se presentó como un transmisor, como alguien que no había inventado nada y que sólo quería aprender de los sabios de la antigüedad. En esto se parece a Sócrates, que también negaba poseer cualquier conocimiento o experiencia especial. No obstante, las fuentes indican que en total tuvo 3.000 discípulos y que 72 de ellos fueron influyentes”. ¿Qué hay de los otros 2928? Sus enseñanzas, conservadas en los Analectas, forman la base de gran parte del pensamiento chino posterior sobre la educación, el gobierno y la conducta humana. También en esto la influencia de Confucio puede compararse con la de Sócrates en Occidente.
La gente reduce a menudo las ideas filosóficas de Confucio a una colección de aforismos o máximas morales, que no sirven para explica la profundidad de la influencia del confucianismo. Porque si su filosofía no fuese más que máximas y aforismos, la influencia de Confucio hubiera sido mucho menor. Para entender los Analectas, como para entender toda la filosofía china, es necesario un gran ejercicio d decodificación.
En el corazón de la filosofía de Confucio se encuentran entrelazados los conceptos de los ritos o normas rituales (que él llama “li”) y la forma correcta de vida de la gente (que él llama “ren”).
Hoy en día la noción de ritos puede parecer extraña, pero pensemos en la importancia de tradiciones religiosas e instituciones sociales como el matrimonio, los cumpleaños…
Por la importancia que da a las reglas, Confucio se opone al espíritu del taoísmo (la escuela de pensamiento que sigue a Lao Tzu), que busca fundamentalmente una especie de libertad que, aunque esté integrada con el mundo, es ilimitada y totalmente independiente. Los taoístas consideran que los ritos tradicionales son artificiales y falsos, una restricción externa sobre la vida de las personas. Lao Tse incluso llegó a afirmar que tratar de ser educado era “una expresión superficial de lealtad y fidelidad, y el comienzo del desorden”. Para Confucio, los ritos eran la clave para la virtud, pero para Lao Tse eran un obstáculo para encontrar el camino.
Otra escuela, conocida como “legalismo”, también se opuso a las tradiciones de Confucio y los códigos sociales que se construyen en torno a ritos especiales, pero lo hizo desde un punto de vista práctico. El objetivo de los legalistas era un Estado rico y poderoso, una visión muy distinta del ideal confuciano de un ordenado mundo de paz, armonía y una sencilla alegría. En un mundo donde grandes ejércitos se preparaban para terribles batallas, los legalistas se ofrecieron como expertos en las artes de enriquecer y fortalecer el estado. Un elemento clave de su enfoque fue abogar por la destrucción de las antiguas distinciones jerárquicas, incluyendo la ética de Confucio, que veían como la perpetuación de los viejos valores y prácticas feudales.
Confucio y sus seguidores insistieron, sin embargo, en que el problema no estaba propiamente en los ritos o tradiciones, sino en la forma en que los ritos se cumplían y en el hecho de que la gente ya no los siguiese correctamente. Para recuperar la validez de los ritos, los confucianos decían que la gente debe ser capaz de practicarlos de manera significativa en su vida diaria. Así, Confucio desplazó el centro de la cuestión moral de las acciones a las motivaciones, de una moralidad objetiva a un sujeto moral.
Para Confucio, al practicar un ritual debemos asegurarnos de tener la actitud correcta. Por ejemplo, al realizar un sacrificio, dijo, hay que sentir temor de los espíritus; al llevar a cabo ritos de duelo, tienes que sentir dolor por el difunto. Sin este componente emocional, el ritual se convierte en un espectáculo vacío. Confucio dijo una vez: “Un hombre que no tiene humanidad, ¿qué tiene que ver con el ritual?”. No es suficiente hacer lo correcto, también hay que tener la actitud correcta. Este importante concepto ético vuelve a aparecer en los debates filosóficos occidentales entre los utilitaristas, que hacen hincapié en los resultados independientemente de las motivaciones, y entre los seguidores de Aristóteles y de Kant, con su insistencia en la virtud y los deberes personales.
Pero para Confucio es inimaginable que las reglas morales y las virtudes puedan comprenderse por separado. Sostuvo (al igual que algunos filósofos morales occidentales) que hay que ver la ética de la virtud y la ética de la noma como complementarias, en lugar de verlas como rivales.
Y el confucianismo también se opuso al legalismo en la cuestión de si se debe o no se debe tratar de forzar a las masas a ser buenas con un sistema de derecho penal severo. Como dijo Confucio:
“Un pueblo gobernado despóticamente y en el que se mantiene el orden por medio de castigos, puede evitar la infracción de la ley, pero perderá su sentido moral. Un pueblo gobernado por la virtud y mantenido en orden por la ley interior del propio dominio, conservará su sentido moral y progresará en el bien”.
Confucio no se limitó a decir cosas interesantes, también las cantaba y tocaba el qin (una especie de cítara) mientras recitaba poesía clásica. En China, la imagen del filósofo-músico está muy arraigada.
Y Confucio tenía ideas muy claras sobre la importancia de la música. Dijo: “Deja que el carácter sea formado por la poesía, fijado por las leyes del buen comportamiento y perfeccionado por la música”. Consideraba que la música no reflejaba sólo los sentimientos de la gente, sino que también los conformaba, y que por lo tanto también podía moldear su carácter. Esperaba que la armonía (por lo menos en la música tradicional china), que es la esencia de la música, pudiese así encontrar su camino hacia las profundidades del corazón humano.
Todo esto contrasta enormemente con Platón, que sospechaba de la influencia de la música, preocupado de que pudiese engañar a la gente sencilla, guiándola hacia malos hábitos. Sin embargo, para Confucio, la formación musical es el método más eficaz para cambiar el carácter moral del hombre y mantener la sociedad en orden.
Mencio ( 371- 289 a.C.) nació en el estado de Zou, situado en lo que hoy es la provincia de Shandong, a sólo 30 kilómetros hacia el sur de Qufu, la ciudad natal de Confucio. Si admitimos que Confucio es para la tradición oriental lo mismo que Sócrates para la occidental, admitiremos que Mencio es como Platón. Los escritos de Platón tratan todos acerca de la idea de Sócrates sobre el bien, y los libros de Mencio tratan sobre la sabiduría de Confucio. Mencio, conocido como “el Segundo Sabio”, es el comunicador de la filosofía confuciana, conocido por su insistencia en que la naturaleza humana es básicamente buena. Sus puntos de vista, que figuran en el Libro de Mencio o Mengzi, fueron adoptados como base de los exámenes para ser funcionario chino en el siglo XIV, y se mantuvieron como sus textos básicos durante los siguientes 600 años.
Mencio afirma que la naturaleza humana es fundamentalmente buena. Sostiene, por ejemplo, que si una persona ve a un niño a punto de caer a un pozo, sentirá siempre una sensación de alarma y compasión, y se apresurará a salvarlo. Y que, además, esta acción no la motiva el propósito de ganarse el favor de los padres del niño, ni la aprobación de sus vecinos y amigos, ni el temor al sentimiento de culpa por no haberlo rescatado. Es más bien una respuesta espontánea y desinteresada debida a su naturaleza humana compartida. De esto se deduce que el sentimiento de simpatía, el sentimiento del arrepentimiento, el de cortesía y el del juicio sobre lo que es bueno y malo son los cuatro principios de la humanidad, la rectitud, el decoro y la sabiduría. No hay nada que introduzca en nosotros estas virtudes desde el exterior. Son una parte integral de la naturaleza universal.
Por desgracia, mucha gente ha perdido la pista de su herencia moral. Por eso Mencio se lamentaba una vez de que “cuando alguien pierde sus aves de corral o sus perros, tiene alguna idea de cómo buscarlos, pero si pierde su corazón o su inteligencia, no sabe por dónde buscar”. Según Mencio, el objetivo de la educación moral es recuperar la naturaleza innata. Éste es también el objetivo del Estado ideal que Platón intento construir en La República.
6.Zhuang Zi.
Otro de los grandes sabios de la filosofía china Zhuang Zi (369-286 a.C.), insiste en la unidad de todas las cosas, y en la interacción dinámica de lo opuesto. El bien y el mal, señala, son como todo lo demás: relacionados e intercambiables. Lo que es bueno para uno puede ser malo para otro. Un libro llamado precisamente el Libro de Zhuang Zi(los historiadores creen que una cuarta parte del libro es obra de Zhuang) es alegre y divertido, una mezcla de cuentos , poesía y argumentos filosóficos, y desde siempre ha sido muy popular en China.
La influencia de Zhuang Zi ha sido muy profunda en todo Oriente; desde el budismo (que se basa en su enseñanza de que el sufrimiento es principalmente el resultado de negarse a aceptar lo que es) hasta la filosofía zen(que refleja su amor por las paradojas o koans). Y su mensaje de inconformismo y libertad rompió los grilletes que mantenían a la mentalidad china presa de un confucianismo excesivamente rígido.
Un ejemplo de su estilo argumentativo, simple pero elegante, es un pasaje en el que describe el modo como funciona el lenguaje. El lenguaje, dice Zhuang, es una red de pesca en las aguas de la realidad, útil para capturar los significados. Los pensamientos y conceptos son peces resbaladizos, y necesitamos la red del lenguaje para capturarlos. Pero la propia red es sólo un medio para un fin.
Otro ejemplo sencillo intenta mostrar la relatividad de los juicios morales. Zhuang se pregunta si matar es malo, como habían dicho algunos sabios, porque entonces ¿también sería malo matar una liebre cuando fuese la única manera de no morir de hambre? Por supuesto que no. Entonces, ¿quizá lo malo sea matar a otro ser humano? Pero ¿y si ese ser humano es un ladrón que intenta robar y matar a una familia? ¿Seguro que es malo matar al ladrón, si ésta es la única manera de detenerlo?
De este modo, todo el conocimiento moral depende del contexto y las situaciones: es relativo. Zhuang sigue adelante demostrando que en realidad todo el conocimiento, no sólo el moral o el de los juicios estéticos, está igualmente arraigado en su contexto, y es igualmente relativo. Lo presenta de este modo:
“Una vez yo, Zhuang Zi, soñé que era una mariposa y era feliz como una mariposa. Era consciente de que estaba muy satisfecho conmigo mismo, pero no sabía que yo era Zhuang . De repente me desperté y allí estaba yo, a todas luces Zhuang Zi. No sé si era Zhuang soñando que era una mariposa o una mariposa soñando que era Zhuang”.
La filosofía occidental tiene sus raíces en la búsqueda de definiciones de la justicia, la verdad o el conocimiento. La conclusión de Zhuang Zi, en cambio, fue que debemos esforzarnos por trascender el mundo de las distinciones.
El Buda original se llamaba Siddahartha Gautama y fue un príncipe nacido hace unos 2.500 años en un pequeño reino indio en lo que hoy es el sur de Nepal. Renunció a su herencia real con el fin de escapar del ciclo humano de nacimiento, muerte y renacimiento, que él consideraba que conducía inevitablemente al sufrimiento, la pérdida y el dolor. Después de 6 años de búsqueda, sometiendo su cuerpo a diversas prácticas extremas, finalmente llegó a la iluminación en su treintena. Motivado por un sentimiento de profunda compasión por los seres sufrientes, Buda compartió con ellos su sabiduría, embarcándose así en una carrera docente que duraría casi 50 años. Viajó por la India, enseñando a todos los que quisieran escucharle, respondiendo a las necesidades y modos de pensar de sus oyentes y adaptando hábilmente sus enseñanzas a cada uno de ellos. De los 79 años que vivió, dedicó 49 a la enseñanza.
El budismo describe un tipo de enfoque educativo desarrollado por Buda . El budismo no es una religión en el sentido normal occidental. Es una educación filosófica sobre la verdadera naturaleza de la vida. Originario de la India, el budismo se extendió gradualmente a través de Asia hasta llegar a Asia Central, Tibet, Sri Lanka y el sudeste asiático, así como China, Mongolia, Corea y Japón, en Asia Oriental.
Hoy en día, hay alrededor de 350 millones de budistas, y un creciente número de ellos son occidentales. Pueden seguir diferentes formas de budismo, pero todas las tradiciones se caracterizan por la no violencia, la falta de dogmas o de un libro de reglas oficial, la tolerancia de las diferencias y, por lo general, la práctica de la meditación. El objetivo de las prácticas budistas es liberarse del sufrimiento y desarrollar las cualidades de la conciencia, la bondad y la sabiduría.
Pero, aunque el budismo sea esencialmente educación, lo es de un modo poco frecuente hoy en día. A lo largo de los siglos el budismo ha ido asumiendo la forma de una religión organizada. Después de todo, Albert Einstein consideraba que contenía todas…
“…las características de lo que cabría esperar de una religión cósmica para el futuro: trasciende a un Dios persona, evita los dogmas y la teología; abarca tanto lo natural como lo espiritual, y se basa en un sentido religioso que surge de la experiencia de todas las cosas, naturales y espirituales, como una unidad significativa”.
8.El hinduismo.
Uno de los mensajes clave del budismo, con todas sus implicaciones sociales, es el de que la gente debe aceptar su lugar en la sociedad, ya sea alto o bajo, sin quejarse. Así, un acuerdo político se convierte en una obligación religiosa. Hay otra pseudofilosofía que tiene efectos similares: el hinduismo.
El hinduismo, como el budismo, no es del todo una filosofía, ni tampoco una religión. Más bien combina las dos cosas, de manera que se convierte en un fenómeno complejo y multifacético, con manifestaciones sociales, culturales y religiosas. Tanto sus enseñanzas como sus rituales reflejan las múltiples perspectivas geográficas, sociales, raciales y lingüísticas del inmenso subcontinente indio. El hinduismo presenta algunas variedades muy intelectuales, que representan sólo una parte del profundo mundo de la filosofía india, y que investigan la naturaleza de la percepción, el espacio y el tiempo, y de la manera correcta de vivir. Junto a las versiones intelectuales existen las prácticas, simples, incluso ingenuas, de millones de habitantes y todo esto junto es lo que forma el hinduismo.
El hinduismo está lleno de contradicciones, pero parece prosperar en este antagonismo creativo. Varios textos clave se asocian con el hinduismo, como los Vedas, los textos antiguos y anónimos que recogen parte de una tradición oral de conocimiento entre los años 1500 y 500 a.C. Las partes más antiguas son en forma de himnos y oraciones, y los escritos más recientes, incluidos los Upanishads (que en el siglo XVII, en Holanda, causaron una fuerte impresión en Spinoza) fueron escritos entre los años 400 y 200 a.C. y son más filosóficos en su naturaleza y contenido.
El hinduismo es parte integral de la vida de sus seguidores, no es sólo una ceremonia semanal en un templo sino una guía para las acciones cotidianas que abarca a todo y a todos, desde la cuna hasta la tumba. En el pensamiento hindú, como en la filosofía oriental en general, no tiene ningún sentido desligar la reflexión de la práctica. El hinduismo no se organiza ni se enseña, pero sí las costumbres y prácticas cotidianas que rodean a cada uno desde el nacimiento a la muerte; las reglas y estructuras sociales. Y muchas de ellas son totalmente opuestas a los valores occidentales. El hinduismo permite costumbres como el matrimonio infantil la poligamia, la idolatría, los sacrificios de animales y el injusto sistema de castas.
A pesar de sus numerosas restricciones a las mujeres, el hinduismo ofrece un gran contraste con las nociones occidentales del buen gusto por su celebración de sexo.(En realidad, también platón alaba el sexo de vez en cuando, pero ¡sólo entre hombres!). En contraste con el cristianismo y las enseñanzas islámicas tradicionales, la sexualidad se considera una parte esencial del ser humano, y la rama medieval del tantrismo celebra la iluminación que se produce a través de la unión sexual imaginativa. Las imágenes hindúes representadas en las tallas de los templos que más tarde sorprenderían a los exploradores occidentales son de seres eróticos de gran potencia sexual.
Hace 200 años, el rajá Ram Mohan Roy (1774-1833), que estaba familiarizado con la filosofía oriental y también con la occidental, intentó reformar el hinduismo. Esperaba que las filosofías liberales e ilustradas sirviesen para hacer las reformas que necesitaba la India. Y, en efecto, gracias a él el gobierno hizo bastantes reformas, al menos sobre el papel.
Sin embargo, los sistemas religiosos tradicionales son altamente resistentes a las reformas. En la India, el sistema de castas, así como la discriminación contra las mujeres en muchos países islámicos, las castas japonesas, o incluso el sistema de clases en Inglaterra, todos los cuales han apelado a la religión para justificarse, perduran a pesar de tener poco apoyo en los textos religiosos.
9. La reencarnación.
Otra idea clave de leste que reaparece en la filosofía griega, y de la que los filósofos occidentales suelen pasar de largo como encogiéndose de hombros, es la de la reencarnación. Ésta es la teoría de que las personas tienen algún tipo de identidad personal por encima y más allá de su ser físico, y todavía más, que esta identidad (a la que las personas religiosas llaman el alma) puede sobrevivir a la destrucción del cuerpo físico(a la muerte). Habiendo sobrevivido, el alma va al cielo o se reencarna y reaparece en la tierra con una nueva forma; en forma de animal o, si has sido muy bueno, de hombre (no de mujer; el budismo tradicional es totalmente sexista). En realidad, para los budistas y para filósofos como Platón, el objetivo final de unos pocos afortunados es liberarse del cuerpo para convertirse en espíritu puro.
Todo el mundo sabe que la creencia en la reencarnación forma parte de muchas religiones orientales. Lo que menos gente recuerda es que la idea ha acompañado a la humanidad desde tiempos remotos y en muchas culturas diferentes y que aparentemente no están relacionadas entre sí.
De hecho, la creencia en la reencarnación personal forma parte de la comprensión tradicional del universo de los aborígenes australianos y otros isleños del Pacífico, así como de muchos de los pueblos en el Círculo Polar Ártico: los finlandeses, los lapones, los daneses y escandinavos, así como de los inuit (o esquimales). Más cercanos a nosotros, también los antiguos celtas de la Galia, de Gales, Inglaterra e Irlanda asumían que la gente renacía, por lo que enterraban a las personas más importantes con todo su equipo y sus armas de caza.
Pero volviendo a la Antigua Grecia, allí los filósofos conocidos como estoicos sostenían que el alma es inmortal y se reencarna periódicamente. Y Pitágoras enseñaba que la gente y los animales comparten las mismas almas. En una ocasión afirmó escuchar la voz de un amigo en los aullidos de un cachorro que estaba siendo golpeado, y en otra ocasión se echó a llorar al ver un antiguo escudo con marcas de batalla, ¡diciendo que había sido su escudo durante la batalla de Troya!
Puede que el de Pitágoras no sea un ejemplo muy convincente para la teoría, pero parece que Sócrates y Platón también creían en la idea de la reencarnación y en cambio sus puntos de vista han sido muy influyentes.
Platón utilizó el ejemplo de los conocimientos instintivos o innatos para argumentar que las personas heredan las mentes de las generaciones anteriores, mientras que, en sus diálogos con Platón, Sócrates hablaba de sus últimos días mientras esperaba la ejecución y se mostraba tan seguro de su renacimiento que dedicó “su última mañana a razonar sobre la distinción real entre el alma y el cuerpo, y sobre las razones para creer que el alma ni nace con el cuerpo ni muere con él “.Estos debates filosóficos han tenido una enorme influencia en la literatura y las religiones occidentales y explican en parte por qué las obras de Platón han figurado a menudo en la lista de libros prohibidos de la Iglesia católica.
El Renacimiento en Europa significó un nuevo interés en las ideas de gente como platón y Pitágoras, e incluso gente de mentalidad tan científica como Leonardo da Vinci en Italia y Paracelso (pionero en la vacunación médica) discutieron a fondo la idea en sus textos. Como lo expresó Paracelso.
“Algunos niños nacen del cielo y otros nacen del infierno, porque cada ser humano tiene sus tendencias inherentes, y estas tendencias forman parte de su espíritu, e indican el estado en que existía antes de nacer”.
Unos siglos más tarde, Spinoza y Leibniz también escribieron acerca de la inmortalidad humana y la reencarnación, y en Francia Voltaire declaró: “ No es más sorprendentes haber nacido dos veces que una; en la naturaleza todo es resurrección”.
De todo lo que en filosofía se ha publicado sobre esta teoría, lo más inesperado es el libro de Kant sobre la reencarnación. Kant también ofrece una nueva idea: que la gente no sólo renace en este planeta, son también en otros…
Sin embargo, fue Schopenhauer el primero en reunir y publicar referencias a la teoría de la reencarnación desde los primeros tiempos hasta la época moderna, añadiendo una breve introducción en la que dice que la idea “surge de las edades más tempranas y nobles de la raza humana, siempre transmitida por toda la tierra como la creencia de la mayoría de la humanidad”. O como lo expresó Goethe:
“Estoy convencido de que tal como estoy ahora aquí he estado mil veces antes, y espero volver a estarlo mil veces más…El hombre es un diálogo entre la naturaleza y Dios. En otros planetas este diálogo será, sin duda, más elevado y profundo. Lo que falta es el conocimiento de uno mismo. Si se tiene esto, lo demás vendrá a continuación.”
(Cohen M. Filosofía para Dummies. Editorial Planeta. Barcelona. 2012).