1.Definición
En 1914, el filósofo alemán W. Dilthey publica su obra Introducción a las ciencias del espíritu, en la que usa el término Weltanschauung (mde “welt” mundo, y “anschauen” observar), traducido al español como “cosmovisión”.
Según Dilthey, una cosmovisión sería la estructura organizada, coherente y sistemática del conjunto básico y fundamental de principios o creencias teóricas y prácticas desde la cual una determinada cultura interpreta la realidad en su conjunto y, de ese modo, la traslada tanto a sus diversas manifestaciones culturales y artísticas como al ámbito de las relaciones sociales o al de las emociones de los individuos.
Desde este punto de vista, tanto las religiones o los sistemas filosóficos como (en menor medida) los proyectos políticos o las teorías científicas pueden constituirse en cosmovisiones.
2.La cosmovisión antigua
Si en una noche clara observamos atentamente las estrellas durante un tiempo prolongado, apreciaremos que todas ellas se mueven al unísono alrededor de un mismo eje, como si formaran parte de una misma estructura que las obligara a dar vueltas completas a diario. Si nos dejásemos guiar por los sentidos, pensaríamos (como los griegos) que no es la Tierra, sino la bóveda celeste la que se mueve a nuestro alrededor. Y como todas las estrellas se mueven a la vez, supondríamos, también que estas son puntos brillantes en una cúpula firme.
Aparte de los movimientos regulares que hemos descrito, en los cuerpos celestes es difícil apreciar, a simple vista, otras alteraciones. Esta regularidad contrasta con la diversidad y variabilidad presentes en la Tierra. Esto llevó a los primeros filósofos a pensar que la Tierra y los cielos eran mundos diferentes, aunque se tuvieran que integrar en una explicación global de la estructura del universo.
2.1. La Tierra
Explicar la forma de nuestro planeta y dar una justificación racional de su diversidad fue una de las preocupaciones de los primeros filósofos.
*Los principios de la realidad. Los antiguos estaban convencidos de que la diversidad de sustancias oculta una explicación sencilla: todas ellas proceden de la transformación de uno o de varios elementos, que pueden ser considerados los principios de la realidad. Durante la Antigüedad, proliferaron teorías acerca de la naturaleza y el número de estos principios, pero básicamente podemos resumirlas en estas dos:
- El principio básico o elemental (arjé). Los filósofos de Mileto coincidieron en considerar que las sustancias derivaban de un principio único y natural que denominaron arjé. Todas las cosas provendrían de sucesivas transformaciones de este principio. Sin embargo, difirieron en la naturaleza atribuida a ese principio. Por ejemplo para Tales era el agua y para Anaxímenes el aire.
-Los cuatro elementos. Esta doctrina consiste en afirmar que todas las cosas se forman a partir de la mezcla de cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Lo que varía en cada sustancia es tan solo la concentración que hay de cada uno de ellos.
*La forma de la Tierra. La información recibida por los sentidos hizo creer a los primeros filósofos que la Tierra era plana y que se encontraba rodeada por el océano. No tardaron en aparecer comunidades y escuelas, como la pitagórica, que ya en el siglo VI a.C. habían deducido que la Tierra era esférica gracias a una serie de observaciones. Por ejemplo, que al alejarse un barco de la costa lo primero que dejamos de ver es el casco y lo último las velas, hecho que solo puede explicarse si la Tierra es esférica. Además, los eclipses lunares permitían comprobar que la sombra que proyecta la Tierra sobre la Luna tiene un contorno circular.
La creencia de que la Tierra era redonda permitió a Eratóstenes (276-197 a. C.) estimar su diámetro. Este astrónomo y matemático griego, empleando un ingenioso y sencillo método basado en un gnomon (un palo que permite medir la sombra), midió las dimensiones terrestres. La exactitud de la medida es asombrosa. Su cálculo de la circunferencia terrestre, llevado a cabo en la ciudad de Alejandría, fue de algo más de 45.000 kilómetros, muy próximo a los 40.000 kilómetros aceptados en la actualidad.
2.2. Los cielos
Una explicación de los cielos acorde con las concepciones culturales y religiosas de la Grecia antigua debía cumplir estas características:
-El movimiento de los cuerpos celestes ha de ser circular, pues este es el movimiento perfecto y, por tanto, el único adecuado para seres divinos como los astros.
-Geocentrismo: se ha de considerar que la Tierra está inmóvil en el centro del universo, pues la observación cotidiana de la realidad parece mostrar que esta se encuentra estática y que el universo está organizado en torno a ella.
-El universo debe ser entendido como limitado, en su extremo más alejado de la Tierra, por la esfera de las estrellas fijas. Esta constituiría una especie de bóveda o cúpula, en la que estarían incrustadas las estrellas.
Esta visión del mundo es la más apropiada si hacemos caso a nuestros sentidos, porque vemos moverse el Sol y la Luna y, en principio, no hay nada que nos permita indicar que es la propia Tierra la que está en movimiento. Sin embargo, esta concepción del universo comportaba algunos problemas. De ellos, el más grave ha sido bautizado, por el historiador de la ciencia Holton, como el problema de Platón y estaría así formulado:
“Se cuenta que Platón (s IV a.C.) planteaba el problema a sus alumnos en estos términos: Las estrellas- consideradas como eternas, divinas e inmutables- se mueven alrededor de la Tierra dando una vuelta por día como puede verse, y según la trayectoria de mayor perfección, el círculo. Pero hay algunos cuerpos celestes que, si observamos durante un año, aparecen errantes, casi en desorden, por el cielo, recorriendo trayectorias anuales de una irregularidad desconcertante. Estos son los planetas. Seguramente deben moverse “realmente” de algún modo, según círculos ordenados o combinaciones de círculos. Tomando este movimiento circular como axioma, ¿cómo podemos interpretar las observaciones del movimiento planetario o, usando una frase contemporánea, “salvar las apariencias”? El importante problema de Platón puede plantearse como sigue: “Determinar qué clases de movimientos (circulares) uniformes y ordenados deben asignarse a cada uno de los planetas para explicar sus trayectorias anuales aparentemente irregulares”.
Un discípulo de Platón llamado Eudoxo (408-355 a.C.) buscó una solución a este problema: la teoría de las esferas homocéntricas. Introdujo un complejo sistema de 27 esferas con un centro común que coincidía con el centro de la Tierra (por eso se llaman esferas homocéntricas). Estas esferas eran cristalinas y transparentes, se encontraban concatenadas unas dentro de otras, como si se tratara de muñecas rusas y, además, cada una de ellas se movía sobre sí misma con un eje de rotación diferente. El movimiento de cada planeta era el resultado de su vinculación con grupos de cuatro esferas, cuyos movimientos rotatorios se superponían en el propio planeta, dando lugar a los aparentemente azarosos movimientos planetarios. Un movimiento complejo era explicado, de este modo, como la suma de varios movimientos simples.
2.3. El cosmos aristotélico
Para Aristóteles, el cosmos es un todo organizado en dos mundos de naturaleza distinta: el mundo sublunar o terrestre y el supralunar o celeste.
2.3.1. El mundo sublunar o terrestre.
Es el mundo que habita el ser humano: la Tierra. Según Aristóteles, tiene forma esférica, es muy reducida y ocupa el centro del universo. Este mundo está limitado por la esfera de la Luna, que constituye la frontera entre las dos regiones: sublunar y supralunar.
Está constituido por los cuatro elementos y cada uno de ellos tiene un lugar que le es propio en el universo. Si se encontrasen en estado puro, se organizarían en esferas concéntricas en el siguiente orden: la tierra estaría en el centro, encima el agua, luego el aire y, por último, el fuego. Los cuatro elementos tienden de manera natural a recobrar esta posición, por lo que les caracteriza un movimiento natural de carácter rectilíneo, que puede darse en dos sentidos: descendente, en el caso de la tierra y el agua (por su condición pesada), y ascendente, en el caso del aire y el fuego (por su condición ligera). Como el mundo sublunar está poblado de sustancias que son compuestos o mezclas de estos elementos, según la proporción que tengan en ellos, les corresponderá un movimiento natural de uno u otro signo.
Ahora bien, en la región sublunar no solo podemos observar movimientos rectilíneos de ascenso y descenso, sino que hay cambios y transformaciones de otros tipos que para darse necesitan de una causa exterior que los justifique. Por eso, tuvo que recurrir al movimiento que se produce en la región celeste. El movimiento de rotación de la esfera de las estrellas fijas se traslada, por fricción, de una esfera a otra hasta llegar a la esfera de la Luna, que lo transmite al terreno sublunar. Este movimiento produce la mezcla de los elementos y, por tanto, provoca que se generen y corrompan los cuerpos. Una vez generados, los cuerpos actúan como causas agentes inmediatas de otros cambios.
2.3.2. El mundo supralunar o celeste
Es el mundo que está más allá de la esfera de la Luna y que tiene su límite en la esfera de las estrellas fijas. Más allá de esta no hay nada.
A diferencia del mundo sublunar, el supralunar se compone de un quinto elemento: el éter, Es un elemento de naturaleza divina: perfecto, puro, inalterable y sin peso. Por eso, el mundo supralunar es eterno e inmutable. La estructura de esta región sigue el modelo de las esferas homocéntricas de Eudoxo. Estas esferas existen realmente y se componen de éter, aunque solo son visibles en las regiones en las que el éter se concentra formando los cuerpos celestes. Cada esfera se mueve con un movimiento circular uniforme, que se transmite por rozamiento de unas esferas a otros, lo que produce como resultado los complicados movimientos de los planetas.
Para Aristóteles la causa del movimiento circular uniforme de las esferas de éter es el Primer Motor Inmóvil, causa final de todo el movimiento que produce en el universo. De ello se deriva el carácter teleológico de la cosmovisión aristotélica: todos los cambios que tienen lugar en el mundo siguiendo las leyes de la naturaleza, tanto de los seres vivos como de la materia inerte, obedecen a una finalidad. La divinidad ha dispuesto todo para que se mantenga el orden cósmico en perfecto equilibrio. Así, el movimiento de los cuerpos celestes existe para provocar la mezcla de los cuatro elementos en el mundo sublunar, las plantas han sido diseñadas para poder hacer la fotosíntesis, nosotros tenemos manos para poder coger objetos, etc.
2.4. Implicaciones filosóficas de las cosmovisiones antiguas
Todas las cosmovisiones tienen una serie de implicaciones que van más allá de la ciencia, condicionando posturas filosóficas o religiosas, a la vez que ellas mismas son condicionadas por tales posturas. Algunas de las implicaciones filosóficas del modelo antiguo son las siguientes:
*La realidad está perfectamente ordenada. Todas las cosas están organizadas e integradas en la totalidad del universo, y cada parte tiene una finalidad propia dentro del todo.
*Los seres sufren cambios no solo porque haya fuerzas externas que los impulsen hacia aquí o hacia allá, sino que poseen dinamismo a causa de la materia misma de que están compuestos.
El movimiento es algo inherente a la materia, no algo que le sobreviene solo desde fuera. Por este motivo, la propia naturaleza de cualquier ser lo impulsa a cambiar y desarrollarse.
*La realidad es totalmente cognoscible. Utilizando su razón, el ser humano puede comprender plenamente el funcionamiento del universo, pues este funcionamiento se basa en relaciones de causalidad que están dispuestas con relación a un fin, fin que es comprensible por medio de la observación y la reflexión.
*La perspectiva con la que se estudia la realidad es antropocéntrica. En efecto, el mundo se contempla desde el punto de vista del ser humano, como si estuviese hecho justo a su medida: la naturaleza se ajusta perfectamente a la razón humana, que la puede comprender por completo; la perspectiva que se tiene del universo es la que corresponde a un observador terrestre (la Tierra es única, inmóvil y situada en el centro), y así sucesivamente.
3.La cosmovisión moderna
La cosmovisión moderna se empezó a gestar en el siglo XVI, gracias a la contribución de un grupo de científicos y astrónomos que protagonizaron la revolución científica y que sentaron las bases de la física clásica, caracterizada por servirse tanto de la experimentación como de las matemáticas.
Algunos de esos grandes fueron Copérnico, Kepker, G. Bruno, T. Brahe y, cómo no, Galileo y Newton.
3.1. Copérnico
N.Copérnico (1473-1543), inspirándose en las obra de Aristarco de Samos, afirmó que el Sol se encontraba en el centro del universo y que el resto de planetas, incluida la Tierra, giraba a su alrededor. Esto es lo que se conoce como heliocentrismo. Copérnico no partía de nuevas observaciones o descubrimientos para defender su propuesta, sino que consideraba que de esta manera se simplificaban los cálculos y era más sencillo que las observaciones encajaran en el sistema.
Copérnico, por tanto, colocó al Sol en el centro del cosmos, y estableció que la Tierra realizaba tres tipos de movimiento: el de rotación, sobre su propio eje, el de traslación alrededor del Sol y un ligero movimiento de balanceo conocido como precesión de los equinoccios, como si se moviera igual que una peonza y provocara una leve variación del ángulo de su rotación (se mueve un grado cada setenta años). A pesar del cambio radical que implicó el sistema copernicano, dejó intactas numerosas creencias de la Antigüedad, como la idea de que el cosmos era finito y se encontraba limitado por la esfera de las estrellas fijas.
3.2. Galileo y Newton
Gracias al telescopio, Galileo Galilei, uno de los protagonistas de esta revolución científica, pudo llevar a cabo valiosas observaciones; por ejemplo, que Júpiter contaba con un grupo de satélites que giraban a su alrededor.
Según el geocentrismo, todos los astros celestes orbitaban en torno a la Tierra, de modo que el descubrimiento de Galileo hacía inviable la propuesta geocéntrica. Galileo también observó las manchas solares y estudió su evolución y movimiento en la superficie solar. En la cosmovisión aristotélica los cielos eran de un material perfecto e inmutable, de modo que este descubrimiento contradijo, de nuevo, estas tesis.
Las evidencias contra la cosmovisión aristotélica se acumulaban de un modo insostenible. Por su apoyo al heliocentrismo, Galileo fue denunciado a la Inquisición y obligado a retractarse. Anciano y enfermo, estuvo condenado a arresto domiciliario hasta el final de sus días, aunque privado de libertad, pudo hacer la que sería su última gran aportación a la ciencia: asentar las bases de la física moderna, un cuerpo teórico que la nueva cosmovisión necesitaba para desembarazarse definitivamente del geocentrismo.
Galileo estableció el principio de inercia, según el cual los cuerpos tienden a permanecer en reposo o bien a velocidad uniforme a no ser que actúe sobre ellos una fuerza. De este principio se deriva el fenómeno de la invarianza, que asegura que el reposo y el movimiento a velocidad constante son equivalentes. Por esta razón, desde la Tierra no se percibe apenas ningún efecto de su propio movimiento. El principio de inercia también justificaba que los planetas no se movieran por el impulso de un supuesto primer motor, sino porque no había ninguna fuerza que los frenara. Galileo también estudio los cuerpos en caída libre, y determinó que la distancia que recorren es proporcional al cuadrado del tiempo invertido en el recorrido. Otra de sus aportaciones fue el estudio de la trayectoria parabólica de los proyectiles.
El físico inglés I. Newton, considerado el mayor científico de todos los tiempos, estableció que todos los cuerpos del universo son el origen de la fuerza de gravedad, y a su vez se ven afectados por ella. La definió como una fuerza directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que separa sus centros de gravedad. Se trataba de una ley que podía aplicarse tanto para la caída de una piedra como para el movimiento de los planetas. Esto significaba que las mismas leyes regían en todo el universo, de modo que la distinción entre mundo supralunar y sublunar carecía de sentido. La superación de la cosmovisión aristotélica se había completado.
3.3. Implicaciones filosóficas
Si el cambio experimentado por la ciencia en los siglos XVI y XVII se ha denominado “revolución o giro copernicano”, es porque sus consecuencias transcienden el terreno puramente científico, dando lugar a una nueva visión del universo y del ser humano. Las características de esta nueva visión son las siguientes:
*Simplicidad. Explicación de toda la realidad a partir de unas pocas leyes que son válidas para explica tanto los movimientos terrestres como los movimientos celestes de cualquier cuerpo.
*Mecanicismo. La reciente mecánica de Newton comportaba una nueva visión o idea del mundo como una gran máquina perfecta, comparable a un mecanismo de relojería. El mundo se concibe ahora como un sistema de engranajes perfecto, en el que todo está interconectado y todo sucede por causas controlables y predecibles. Por ello, para explicar la realidad se tendrá en consideración tan solo lo que se puede medir y cuantificar y, por tanto, puede explicarse mediante leyes formuladas matemáticamente. En consecuencia, todos aquello aspectos cualitativos que no se pueden medir quedarán relegados.
*Determinismo. Las leyes que gobiernan la materia son de tal manera que siempre a una determinada situación inicial le puede seguir un único acontecimiento posible. Es decir, si pasa A, a continuación necesariamente sucederá B. No existe propiamente el azar, y lo único que nos impide poder saber con exactitud en ocasiones qué tendrá lugar en un caso concreto es el no disponer de todos los datos que intervienen en dicho caso. Si tuviéramos toda la información y conociéramos todas las leyes físicas, podríamos predecir cualquier fenómeno con absoluta seguridad.
*Dios. La ciencia resultante del giro copernicano no niega la existencia de Dios, pero desvincula el estudio del universo de la existencia de la divinidad. A diferencia de las cosmovisiones anteriores, la cosmovisión mecanicista reduce el papel de Dios al de Creador y Diseñador de la máquina del mundo y sus leyes. Una vez Dios ha creado el mundo, ya no interviene sobre él. Y aunque la constatación científica de la perfección del universo puede servir para aumentar la gloria de un posible creador divino, también puede utilizarse para hacerlo casi innecesario y facilitar el paso al ateísmo.
*Importancia de la naturaleza. Durante la Edad Media, tan solo Dios y el ser humano ocupaban una posición privilegiada en el conjunto de la realidad. Ahora esta posición la ocupa también la naturaleza. Desde el momento en que Dios la creó y le dio sus leyes, evoluciona por sí misma de manera autosuficiente, sin necesidad de la intervención divina. Hasta cierto punto, el ser humano depende de ella, pues, como mínimo, está sometido a sus leyes físicas.
*Situación del ser humano en el cosmos. El ser humano comprende que ocupa un diminuto rincón en un universo tal vez infinito. Este universo carece de una finalidad global evidente y no está nada claro que haya sido diseñado para favorecer al ser humano. Esta ausencia de una finalidad global evidente puede causar en las personas un sentimiento de inseguridad.
*Poder de la razón. Aunque se cree firmemente en el determinismo de las leyes físicas, el ser humano también se siente más poderoso por haber llegado a comprender algunas de ellas, y se muestra optimista respecto a la posibilidad de poder descubrir la estructura y las leyes del universo por medio de su razón. Así, se considera que el más alto destino humano es hacer uso de la razón, que es considerada ilimitada. Esta confianza en el poder de la razón atenúa el sentimiento de inseguridad ante la inmensidad del universo.
4. La cosmovisión contemporánea
Las investigaciones basadas en la mecánica newtoniana produjeron un enorme avance de la física, pero propiciaron la aparición de anomalías que provocaron una nueva crisis en la ciencia. Como resultado, surgió otra cosmovisión, que es la que predomina entre los científicos actuales.
4.1. La crisis de la mecánica clásica.
Durante los siglos XVIII y XIX algunos estudios científicos arrojaron resultados que no encajaban en los moldes del modelo newtoniano.
*En termodinámica. Al estudiar la transformación del calor en energía mecánica, se comprobó que nunca se puede transformar íntegramente una cantidad determinada de energía térmica en energía mecánica. Esto sirvió para formular el segundo principio de la termodinámica: el principio de entropía (medida del desorden de un sistema), que apunta hacia un desorden creciente e irreversible en el universo y, por tanto, se opone al principio de la mecánica clásica, que sostiene que todos los procesos físicos son reversibles.
*En óptica. Se realizaron experimentos que revelaban que la luz se comportaba como una onda. Mientras, otros ensayos corroboraban la tesis del carácter corpuscular de la luz defendida por Newton.
*En electricidad y magnetismo. La teoría del campo electromagnético de Maxwell mostraba que la fuerza actúa en una dirección distinta a la recta que une los dos cuerpos. Esto chocaba con el presupuesto básico de la mecánica de Newton, según el cual las fuerzas siempre actúan en línea recta.
Por eso ahora serán dos los paradigmas propuestos para reemplazar a la mecánica clásica:
*La teoría de la relatividad de Einstein fue especialmente fructífera en lo referido a velocidades y magnitudes astronómicas.
*La mecánica cuántica se centró en el estudio de los fenómenos subatómicos.
La mecánica clásica proporciona magníficas aproximaciones cuando se trata de magnitudes ajustadas a nuestra vida cotidiana; sin embargo, en cuanto salimos de esos estrechos límites, los resultados de los cálculos realizados aplicando las leyes de Newton se alejan de la realidad.
4.2. La teoría de la relatividad
La primera versión de la teoría de la relatividad propuesta por A. Einstein data de 1905. Es la teoría de la relatividad especial, que tiene su fundamento en dos ideas:
*El espacio y el tiempo son magnitudes relativas.
*La luz se propaga en el vacío a una velocidad constante e independiente del estado en que se encuentre el cuerpo que la emite.
Si viajamos en un coche a 80km/h y lanzamos una pelota a 20km/h en la misma dirección, para nosotros se moverá a 20km/h, pero para un observador que esté parado a pie de carretera la pelota se moverá a 100km/h.
Ahora bien, Einstein comprobó que esto, que es válido para cualquiera de los dos objetos, no lo es para la luz. Toda medición que hagamos de la velocidad de la luz, ya sea estando en reposo o moviéndonos en la misma dirección o en dirección opuesta, dará siempre el mismo valor:299793km/s.
Esta característica especial de la luz conduce a conclusiones que se oponen al sentido común y, sin embargo, se pueden probar, como, por ejemplo, que a grandes velocidades la masa de un cuerpo aumenta, el tiempo se dilata o los objetos se acortan.
En 1916, Einstein propuso su teoría de la relatividad general. Esta nueva versión de la teoría incluye la anterior y añade el campo gravitatorio al conjunto de factores que han de ser tomados en consideración.
En la segunda versión de la teoría de la relatividad, Einstein afirmó que el campo gravitatorio, es decir, aquel en el que se hacen notar las fuerzas de atracción por efecto de la masa de los cuerpos, se considera una deformación del espacio, que se vuelve curvo.
4.3.La mecánica cuántica
El físico alemán M. Planck descubrió que la materia absorbe y emite energía no de manera continua, sino discontinua, en forma de paquetes denominados cuantos (por eso mecánica cuántica). La teoría cuántica de Planck resultó ser de gran utilidad a la hora de alcanzar una mejor comprensión del comportamiento que manifiestan las partículas subatómicas.
Sobre la base de la teoría cuántica, en físico danés N. Bohr diseñó un modelo atómico que establecía unas órbitas definidas para los electrones y la posibilidad de que estos saltaran desde unas órbitas a otras. De acuerdo con el modelo de Bohr, los átomos absorben o emiten cantidades fijas de energía(cuantos) cuando sus electrones saltan de unas órbitas a otras.
Todas estas investigaciones condujeron a la formulación de dos nuevos principios fundamentales de la física contemporánea:
*El principio de complementariedad de Bohr sostiene que los objetos cuánticos, como los electrones o los fotones, unas veces actúan como ondas y otras como partículas, pero nunca lo hacen de las dos formas de manera simultánea. Según Bohr, los percibimos de un modo u otro dependiendo del método de medida que empleemos. Esto implica admitir que la observación física puede modificar lo observado.
*El principio de incertidumbre del físico alemán W. Heisenberg establece que no es posible conocer con precisión y de modo simultáneo la posición y la velocidad de una partícula subatómica.
4.4. La teoría del caos
La teoría del caos fue propuesta por el matemático estadounidense E. Lorenz. Sostiene que una pequeña variación en las condiciones iniciales de cualquier sistema físico es capaz de ocasionar enormes e impredecibles diferencias en el resultado que pueda producir dicho sistema físico. Esta tesis se conoce como efecto mariposa. Una consecuencia de ello es que nuestras predicciones únicamente serán válidas si se realizan a muy corto plazo.
Por su parte, el científico ruso I. Prigogine fue aún más lejos al afirmar que ciertos sistemas de la naturaleza son capaces de generar fenómenos completamente nuevos. Algunos de estos fenómenos llegan incluso a leyes diferentes de aquellas por las que se rigen los fenómenos previos.
4.5. La teoría del Big Bang
Como la teoría del caos, la teoría del Big Bang es muy reciente y, al igual que aquella, se encuentra en fase de desarrollo. El astrónomo belga G. Lemaître, tras observar que el universo se halla en continua expansión, llegó a la conclusión de que al principio debía de tener unas dimensiones infinitesimales y ser extremadamente denso y que, por causas que desconocemos, en un momento determinado el espacio-tiempo comenzó a expandirse.
Después de décadas de trabajo, otros científicos han calculado que ese instante crítico tuvo lugar hace unos 13700 millones de años y han establecido de qué modo materia y energía pudieron ir transformándose para dar lugar a las estrellas y otros cuerpos celestes.
La teoría del Big Bang sostiene, por tanto, que el universo no es una realidad estática, sino que se expande de forma ininterrumpida. Es decir, el universo tuvo un comienzo en el tiempo y es dinámico, puesto que está en continua transformación. Admitir la expansión del universo significa que, retrocediendo en el tiempo, hubo un momento en el que toda la materia de la que está formado estuvo concentrada en un punto de una densidad inimaginable. A partir de ese momento, se inició la expansión del universo.
El propio nombre de esta teoría no parece adecuado porque se refiere al momento originario del universo, pero no nos explica ese momento, sino lo que vino después. En realidad, ese instante inicial no pudo consistir en una explosión, como parece indicar su denominación, porque, para que se produzca una explosión, es necesario que haya aire que transmita las vibraciones.
4.6. Las claves del universo cuántico y relativista
La cosmovisión contemporánea presenta una serie de rasgos que la diferencian claramente de las cosmovisiones anteriores. Veamos las diferencias entre la cosmovisión contemporánea y las anteriores:
*Fragmentación. Las cosmovisiones anteriores descansaban sobre una teoría física única. La cosmovisión actual, sin embargo, cuenta con teorías diferentes en función del ámbito de realidad que se tenga intención de explicar: la teoría de la relatividad para el “universo astronómico”, la de Newton para el “cotidiano” y la cuántica para el “subatómico”.
*Irreversibilidad. La cosmovisión aristotélica era teleológica. La mecanicista rechazaba esa direccionalidad y defendía el carácter reversible de cualquier proceso físico. La ley de la entropía y la teoría de caos niegan la idea de reversibilidad de los procesos físicos sin que ello suponga admitir que estos persiguen un fin preestablecido en sentido teleológico aristotélico.
*Indeterminismo. El principio de incertidumbre de Heisenberg y la teoría del caos implican la impredictibilidad del futuro, al no ser posible un conocimiento completo del presente. Así, las leyes ya no son deterministas, sino probabilísticas.
*Rechazo del conocimiento objetivo. Las teorías contemporáneas destacan la influencia que el observador tiene sobre el fenómeno observado. Esta influencia afecta y modifica al objeto haciendo imposible un conocimiento objetivo.
( F. Ríos Pedraza. Filosofía. 1 Bachillerato. Editorial Oxford. Madrid. 2022
R. Corcho Orrit y A. Corcho Asenjo. Filosofía. Bachillerato 1. Editorial Bruño. Madrid. 2015
AA. VV. Filosofía 1º Bachillerato. Editorial Mc Graw Hill. Madrid. 2015 )