La percepción es el proceso que nos permite dotar de sentido a lo que nos rodea. Hace tiempo que los psicólogos saben que ver, oír, tocar y percibir no son simples procesos físicos: es necesario que los interpretemos. Así es como somos capaces de deducir que los objetos que están lejos no han encogido, sino que parecen más pequeños, o que una moneda vista de canto sigue siendo redonda. La percepción permite que las palabras dejen de ser simples letras individuales y cobren sentido, o que diferentes partes de un cuerpo sean, en conjunto, una persona.
A continuación se enumeran algunas de las principales teorías que tratan de explicar cómo percibimos o interpretamos nuestro entorno.
1. TEORÍA GESTALT DE LA PERCEPCIÓN.
La psicología Gestalt intenta descifrar el mundo considerando que sus elementos son un todo organizado y estructurado, y no la suma de sus partes constituyentes. La teoría Gestalt de la percepción, que se desarrolló en los años treinta y cuarenta, explica que estamos constantemente tratando de organizar los objetos para poder entender el conjunto a partir de una parte de él. Partiendo de esa base, sus ideólogos enunciaron toda una variedad de “principios” para explicar cómo llevamos a cabo esa “organización”. Por ejemplo, el principio de proximidad, que afirma que las cosas que están cerca entre sí son vistas como una unidad; el principio de la semejanza, que estipula que aquellos objetos que comparten características visuales como forma, tamaño, color, textura, valor u orientación son vistos como una unidad; y el principio de continuidad, que establece que preferimos las figuras continuas a las separadas (consideramos a la X como una letra, en lugar de cómo cuatro líneas independientes). La teoría de la percepción de Gestalt también explica por qué tendemos a ver caras en nubes y otras formas aleatorias.
2. TEORÍA DE LA PERCEPCIÓN DIRECTA DE GIBSON.
El psicólogo estadounidense James Gibson (1904- 1979) fue uno de los psicólogos más importantes del siglo XX en el campo de la percepción visual. La pregunta que trató de responder fue por qué vemos el mundo tal y como lo hacemos, y para ello enunció, entre otras, su teoría de las “affordances” (1966), las cualidades de un objeto o del entorno que nos dicen qué prestaciones nos pueden brindar ciertas cosas (por ejemplo, una sombra oscura nos permite protegernos del sol; un pomo, la acción de girar; una cuerda, la de tiras; un cojín grueso, la de sentarnos con comodidad). Las afferdances nos dan pistas para entender lo que vemos. Gibson creía que “la sensación era percepción” y que, por tanto, no era necesario analizar lo que vemos. Por eso este planteamiento se llama percepción directa.
Gibson también creía que éramos capaces de interpretar lo que percibimos gracias a pistas del entorno que él llamó “invariantes”, elementos del patrón óptico (lo que perciben nuestros ojos en un instante determinado) que, aunque parezca que están en constante movimiento, interpretamos como estáticos, sean cuales sean nuestras acciones. Así aunque a veces parezca que los objetos se agrandan o se encogen, sabemos que no varían de tamaño, son “invariantes”.
3. TEORÍA DE LA PERCEPCIÓN ARRIBA-DEBAJO DE GREGORY.
Richard Gregory mostró su desacuerdo con la teoría de la percepción de Gibson. Según este psicólogo británico, necesitamos esforzarnos para analizar lo que percibimos. Gregory creía que debíamos procesar la información y por eso su teoría de 1970 fue llamada teoría de la percepción de “arriba-abajo”. Según ella, la percepción es una mera hipótesis (explicación sugerida) en cuanto a que hacemos inferencias sobre lo que vemos utilizando conocimientos previos y experiencias pasadas, Aunque nuestras hipótesis son normalmente correctas, a veces no es así, lo que puede explicar el funcionamiento de las ilusiones ópticas, especialmente de aquellas ambiguas como el cubo de Necker.
4. TEORÍA DE PERCEPCIÓN DEL DOLOR.
En comparación con otras formas de percepción, se sabe poco sobre cómo percibimos el dolor. No parece ser únicamente una sensación, porque cada persona presenta un grado de interpretación del dolor diferente ante el mismo estímulo. A continuación examinamos tres de las teorías más conocidas, aunque ninguna de ellas explica completamente la percepción del dolor.
- TEORÍA DE LA ESPECIFICIDAD: Según esta teoría, que fue una de las primeras teorías modernas en explicar cómo percibimos el dolor (desarrollada en 1895 por el fisiólogo austríaco Maximilian von Frey), los receptores específicos del dolor (al igual que los del calor, el frío o la presión) transmiten señales a un “centro del dolor” en el cerebro que produce la percepción de dolor. Aunque es probable que existan diferentes fibras nerviosas que transmitan el dolor, esta teoría no explica las diferencias en la percepción del dolor década persona.
- TEORÍA DE LOS PATRONES: Este planteamiento, desarrollado por Goldschneider en 1920, sostiene que existen patrones de dolor, más que señales específicas, y que el cerebro los cataloga como diversos tipos de dolor. Se requieren altos niveles de estimulación para que algo pase a ser de una simple sensación a convertirse en dolor (pongamos, por ejemplo, el dolor que se siente al ser abofeteado en oposición a la sensación de ser acariciado), y ese umbral de activación (la fuerza con la que un estímulo es solo percibido) puede diferir de una persona a otra.
- TEORÍA DE LA COMPUERTA: La teoría de la compuerta, desarrollada en los años sesenta por Ronald Melzack y Patrick Wall, trata de explicar las influencias cerebrales “arriba-abajo” en la percepción del dolor y los efectos de los estímulos “abajo-arriba” que palian la sensación de dolor. Esta teoría plantea que existe una “compuerta” o sistema de control de entrada en la médula espinal a través de la que debe pasar toda información relativa al dolor antes de llegar al cerebro. A veces otras sensaciones bloquean la entrada e impiden que la sensación de dolor la atraviese. Eso explicaría por qué frotarse una rodilla raspada o un codo golpeado es realmente útil para que el dolor desaparezca: las señales nerviosas producidas por el frotamiento pueden interferir, a nivel de la médula espinal, las señales que transmiten las sensaciones dolorosas de la rodilla raspada o del codo golpeado. En otras palabras, los mensajes táctiles pueden bloquear o atenuar el avance de los mensajes de dolor hacia el centro de dolor. Esto sucede porque cuando nos duele alguna parte del cuerpo, la mano o el pie, la señal del dolor viaja a lo largo de un nervio periférico hasta que llega a la médula espinal para ser transmitido al cerebro. Sin embargo, en la médula espinal pueden acumularse muchos tipos de sensaciones (como tacto, vibración y calor) llegadas desde todas las partes del cuerpo y “compitiendo” por ser transmitidas al cerebro.
(Dra Sandi Mann. La Biblia de la Psicología. Tú, este libro y la ciencia de la mente. Ediciones Gaia. Madrid. 2016)